Opinión

Trifálico

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De los bandazos que ha dado Ciudadanos, el menos inteligente es negar el aire a Pedro Sánchez

El número tres tiene un toque magnético, cabalístico, curioso, asociado al peligro que emana por ejemplo del tridente que usara Neptuno o a deformidades de animales que acompañan la mitología. No en vano, George Orwell eligió en 1984 la pugna de tres superpotencias, Eurasia, Oceanía y Estasia, para generar alianzas cambiantes y distópicas donde el dominio y la libertad, en última instancia, estaban siempre amenazadas por la traición. El tres es siempre riesgo.

La ministra de Justicia, Dolores Delgado, se atrevió a inocularnos una palabra interesante —trifálico— que soltó como quien no quiere la cosa en una entrevista en la cadena SER para referirse a los líderes de las tres derechas. No eligió “tricéfalo”, ni se equivocó, sino que vino a sembrar en nuestras cabezas la imagen de tres machos en estado puro dispuestos a todo para descargar su 155 y su sentido de España como algo excluyente.

Los tres han optado por erigirse en exclusivos baluartes de la unidad del país pero, entre ellos, llama especialmente la atención la postura de Ciudadanos, que ha saltado de las reservas con que emprendió la vinculación con Vox en Andalucía al orgullo de fotografía en la manifestación de Colón y, en los últimos días, al ataque preventivo, la forma más arbitraria y poco inteligente de la guerra.

En su loca carrera hacia la derecha, Albert Rivera abona el discurso de que el PSOE no es fuerza constitucionalista y ya ha dejado claro que no pactará con Pedro Sánchez. Se equivoca de cordón sanitario.

España, aún convulsa por el fin del bipartidismo, se embarca ya en el pentapartidismo sin la capacidad de alianzas como las que en otros países de Europa se forjan entre rivales. Mejor haría Ciudadanos en no cerrar puertas y luchar por defender la legalidad con las fuerzas capaces de hacerlo —¿ha olvidado que el PSOE apoyó sin fisuras el artículo 155?— que en aliarse con los enemigos de la igualdad de género y de las ideas diferentes.

No son tres, sino cinco, las fuerzas nacionales en disputa, y la inteligencia debe residir en volver a pensar de forma cefálica y no fálica.

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