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Frente al discurso que defienden los líderes nacionalistas defensores de una Europa formada por pueblos homogéneos y unidos por el miedo al extranjero, el motor que debe cohesionar y aglutinar a una sociedad democrática debe ser el compromiso. Ello implica el compromiso de los políticos con la honestidad, la transparencia, la creación de espacios de diálogo, debate y acuerdos que promuevan el interés general, y no sus intereses nacionales o partidistas. El compromiso de los empresarios hacia sus trabajadores, valorados por su creatividad, capacidad y conocimiento y no por los márgenes de beneficio que puedan obtener a través de unos sueldos escasos; y el compromiso de los trabajadores con su empresa a través del desarrollo de sus habilidades y motivación. El compromiso de una Europa que promueva la educación de sus ciudadanos y el desarrollo científico y tecnológico. Y, por último, el compromiso por una Europa cuya fuerza esté en sus valores: la democracia, la defensa de la diversidad individual y la solidaridad generacional y territorial. Esta Europa, sin duda, será fuerte, competitiva y orgullosa de su identidad.
Joaquín Gismero Bris, Torrejón de Ardoz (Madrid).
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