Opinión

Troles y trolas

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Han existido siempre. Odiadores, intolerantes, sembradores de cizaña, profesionales de la mentira, supremacistas. Ahora, en la jerga de Internet, se los denomina troles, y su razón de ser son las trolas, es decir, las mentiras de toda la vida. Antes, sus exabruptos solo los oían quienes estaban a su alrededor en la barra del bar. Ahora han encontrado en Internet y las redes sociales un paraíso en el que extender sus ladridos y sus rebuznos, sin límite. Y la cizaña crece, y la mentira repetida acaba por considerarse verdad, y los troles consiguen enervar, enfrentar, radicalizar, y sobre todo idiotizar. El peligro es que algunos tienen tanto éxito que se vienen arriba y, empujados por su ambición y vanidad, deciden dar el paso y piden el voto a sus seguidores, y lo obtienen, y llegan a ocupar cargos de responsabilidad en Gobiernos. Y desde ahí siguen haciendo, con mucho más poder, lo que mejor se les da: trolear. Parece broma, pero es para temblar.

Sebastián Fernández Izquierdo. Petrer (Alicante)

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