Opinión

Los Mussolini se abren paso en la política

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El bisnieto del Duce concurre a las elecciones europeas al amparo del partido de ultraderecha Hermanos de Italia

En los años ochenta, Silvio Berlusconi no tenía sus ojos puestos en la política. Su actividad profesional pasaba por la construcción y la televisión. El imperio mediático lo empezó a fraguar con el tendido de redes de cable en Milán y pronto pasó a controlar el mayor holding de televisión comercial en Europa. El magnate italiano esperaba tranquilo en su lujosa residencia de Arcore, a pocos kilómetros de Milán, la decisión del Gobierno español, que en 1989 le concedería uno de los tres canales privados en liza, transformado hoy en día en el todopoderoso grupo Mediaset.

Hace tres décadas Berlusconi veía la televisión como una fábrica de hacer dinero más que como un instrumento de influencia política. Y cuando finalmente decidió dar el salto a la vida pública, aplicó la misma audacia y sentido del espectáculo que había desplegado en su travesía audiovisual. Incluso su retorno a la política activa, a los 82 años, tiene algo de función dramática.

Berlusconi lidera Forza Italia, la misma formación por la que obtuvo un escaño en el Parlamento Europeo Alessandra Mussolini, nieta del dictador, que estos días ha protagonizado en las redes sociales una áspera polémica con el actor Jim Carrey después de que este publicara en su cuenta de Twitter una caricatura de la ejecución de Mussolini y de su amante, Clara Petacci, colgados cabeza abajo.

La vocación por la política de la estirpe del dictador no deja de ser llamativa. Rachele, hermana de Alessandra, fue elegida consejera en el Ayuntamiento de Roma en las listas del ultraderechista Hermanos de Italia (claro heredero del posfascista Movimiento Social Italiano), la misma formación por la que se presenta a las elecciones europeas el bisnieto del Duce, que luce el rimbombante nombre de Caio Giulio Cesare Mussolini. Este oficial de la Marina insiste en que su tristemente célebre antepasado cometió errores, pero también hizo cosas buenas. Sus grandes líneas ideológicas se resumen en dos inmutables proclamas: no le gustan los inmigrantes y detesta los matrimonios del mismo sexo. De conseguir un escaño en el Parlamento Europeo no tardará en encontrar correligionarios: entre ellos, el español Jorge Buxadé, excandidato de Falange y ahora cabeza de lista de Vox.

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