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Despenalización de las drogas en Portugal: un ejemplo para el mundo

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Al tratar el consumo como un problema de salud, hace 20 años este país salió de una grave crisis.

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Trabajadores sociales brindan kits de atención a usuarios de drogas en las afueras de Oporto (Portugal).

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Portugal se enfrentó en los años 90 a una grave crisis social: el consumo de drogas había penetrado todas las capas de la sociedad y las muertes por sobredosis, la transmisión de enfermedades infecciosas y la saturación en las cárceles alcanzaron cifras récord. “Era imposible encontrar una familia que no tuviera un problema con las drogas”, recuerda el doctor João Castel-Branco Goulão, director del Servicio de Intervención de Comportamientos Adictivos y Dependencias (Sicad).

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Fue entonces cuando el gobierno del presidente Jorge Sampaio (1996-2006) se vio obligado a darle un giro radical a la ineficiente política de prohibición y acudió a grupos de expertos de otros países para buscar una solución basada en conocimiento confiable y evidencia científica.

El resultado de esta consultoría fue la puesta en marcha en 1999 de la Estrategia Nacional de Lucha contra las Drogas, que sigue vigente y es considerada un referente mundial en el tema.

Los principios básicos de esta ley –según explica Alexander Quintanilla, uno de los consultores de la estrategia– parten del hecho de que las drogas nunca dejarán de existir en la sociedad, así que la mejor manera de reducir el daño que producen no es prohibirlas, sino descriminalizar su consumo y porte.

Era imposible encontrar una familia que no tuviera un problema con las drogas.

De esta manera, el usuario sale del sistema criminal e ingresa al sistema de salud, donde se le garantiza el acceso a herramientas de reducción de daños, como atención médica y psicológica, terapias de sustitución de opioides (con metadona y naxolona), suministro de jeringas estériles, preservativos y acceso a información.

La estrategia, tras su implementación a lo largo de dos décadas, probó ser más que efectiva. El consumo de heroína pasó de afectar al uno por ciento de la población (de 10 millones) en 1999 al 0,3 en la actualidad.

En el 2017 se registraron 38 sobredosis, una baja demasiado significativa si se compara con los días en que se registraban hasta 20 sobredosis en 1999. Los nuevos casos de enfermedades infecciosas como VIH, tuberculosis y hepatitis pasaron del 15 por ciento en 1999 al 1 por ciento en 2019.

Y la saturación del sistema carcelario bajó del 75 al 45 por ciento, de acuerdo con cifras oficiales presentadas hace un mes en la cumbre de reducción de daños, organizada por la ONG Harm Reduction International (HRI), a la que EL TIEMPO fue invitado.

Con las estrategias de reducción de daños, como el testeo de drogas, el consumo de heroína pasó de afectar al uno por ciento de la población (de 10 millones) en 1999 al 0,3 en la actualidad.

Sumado a estas cifras, según declara Jorge Queiroz, director de la Agencia Piaget para el Desarrollo (Apdes), la relación entre los consumidores y el Estado pasó a ser de mutua confianza, lo que a su vez influyó en la reducción de crímenes y violencia relacionada con el tráfico y consumo de narcóticos (Ver entrevista).

A pesar de las iniciativas de varios expresidentes colombianos, incluidos Juan Manuel Santos y César Gaviria, quienes integran la Comisión Global de Drogas, Colombia sigue siendo un país prohibicionista que ve el fenómeno más como un hecho criminal que de salud pública. La Comisión recomienda ir por una línea de reducción de riesgos de alto espectro, que protejan a las personas afectadas por el prohibicionismo, como campesinos y consumidores, y aboga por incluir los derechos humanos en las políticas de drogas.

Las medidas de ‘mano dura’ contra las drogas, de hecho, fueron criticadas en la cumbre de Oporto por la alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, quien urgió a los gobiernos a seguir la estrategia de reducción de daños de Portugal.

“El prohibicionismo –declaró Bachelet– no solo no ha logrado que los países estén libres de drogas, sino, por el contrario, “la cantidad de sustancias que producen y consumen es mayor que nunca”.

“Si los gobiernos quieren atacar la crisis de opioides y mejorar la salud de sus comunidades, deben invertir y apoyar la reducción de daños. La evidencia es irrefutable”, subrayó en el mismo evento la directora de HRI, Naomi Burke-Shyne.

El prohibicionismo no solo no ha logrado que los países estén libres de drogas, sino, por el contrario, la cantidad de sustancias que producen y consumen es mayor que nunca

Colombia toma nota

Aunque el país europeo tiene aún puntos pendientes por mejorar en su política de drogas, como la poca financiación de programas de atención, de salas de consumo asistido para usuarios, y la falta de regularización del mercado de estupefacientes (lo que incentiva el tráfico ilegal), su marco legal podría guiar el camino de las políticas de países como Colombia.

Al respecto, el pasado 22 de mayo, 12 congresistas colombianos de partidos de oposición anunciaron una alianza para generar cambios en la política de drogas actual, a partir de la evidencia científica, la salud pública y la regulación del consumo, pues, en su opinión, la legislación actual “simplemente no funcionó”.

Pese a que las políticas de reducción de daños ya están contempladas en el Plan Nacional de Desarrollo, “la situación de Colombia es complicada por ser un país productor”, dice Acción Técnica y Social

Pese a que las políticas de reducción de daños ya están contempladas en el Plan Nacional de Desarrollo, “la situación en la que se encuentra Colombia es muy complicada por ser un país productor (…). Al seguir en el camino, por ejemplo, de fumigar cultivos con glifosato y perseguir narcos y consumidores, el país hace el ridículo internacional”, expresa Julián Quintero, director de Acción Técnica y Social (ATS), entidad que trabaja con el Gobierno colombiano para diseñar programas de consumo responsable.

Al seguir en el camino, por ejemplo, de fumigar cultivos con glifosato y perseguir narcos y consumidores, el país hace el ridículo internacional.

“Quien no esté hablando en el mundo en este momento en lógica de regulación de mercados y de reducción de daños está quedado”, concluye Quintero, y asegura que nuestro país ya estaría preparado para seguir los pasos de países como Portugal en inversión en reducción de daños.

Según muestran los resultados de la Encuesta Global de Drogas (GDS2019), publicados el 16 de mayo por ATS, Colombia es uno de los cuatro países donde más se consume cocaína en el mundo, y de acuerdo con el sondeo, más del 70 por ciento de los 1.100 consumidores encuestados apoyan un comercio justo, sostenible para los campesinos y estarían dispuestos a pagar más por drogas reguladas.

DIANA LUCÍA HERNÁNDEZ 
​Redacción Internacional
Twitter: @dianaluher

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