Opinión

La industria del libro

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Junto a dos grandes grupos convive una constelación de pequeñas editoriales

Al igual que en otros ámbitos de la industria creativa, el sector de los libros se ha visto envuelto en un proceso de concentración empresarial cuyo último capítulo, hasta la fecha, lo ha escrito la editorial Salamandra, engullida hace poco más de un mes por Penguin Random House. El sello barcelonés entra así a formar parte de una familia numerosa, a la que también pertenecen Debate, Lumen, Taurus, Alfaguara, Plaza & Janés, Grijalbo o Ediciones B. El otro polo del negocio está liderado por Planeta, que incluye en su conglomerado a Destino, Tusquets, Seix Barral, Ariel, Temas de Hoy, Espasa, Minotauro o Crítica. La industria del libro español ha quedado así en manos de dos gigantes y de una constelación de medianas y pequeñas empresas.

La concentración de la oferta editorial es un fenómeno global que sigue las mismas pautas que cualquier otro segmento de la economía. Se trata de adquirir empresas para ampliar el volumen de negocio y reforzar de este modo la posición en un mercado donde multinacionales como Amazon tienen un papel cada vez más relevante, abarcando, además, todas las parcelas: desde títulos superventas hasta libros selectos, minoritarios o especializados en las materias más variadas. Los dos gigantes españoles tienen en sus filas a casi todos los autores más vendidos, lo que contribuye a incrementar su volumen de ventas y también su cuenta de resultados.

Como consecuencia de esta especie de duopolio en el negocio de las letras, los sellos de tamaño medio tienden a desaparecer, pero el abaratamiento de los costes ha propiciado que haya brotado un enorme volumen de jóvenes firmas que aportan elementos novedosos a la conversación cultural. Junto a los dos colosos conviven más de 2.000 empresas con propuestas originales y olfato para descubrir autores. Muchas de estas iniciativas independientes están enfocadas a cubrir reducidos nichos de mercado o a preservar ámbitos tradicionalmente más literarios.

La Feria del Libro, que se celebra estos días en Madrid, es un privilegiado escaparate desde el que se aspira a dinamizar el sector editorial, fortalecer las librerías y promocionar la lectura. Este año rinde homenaje al medio siglo de vida de dos editoriales simbólicas: Anagrama y Tusquets, ambas absorbidas por sendas multinacionales. El sector del libro ha experimentado en carne propia los efectos de la crisis económica, pero ha sabido sobreponerse. La ley del precio fijo ha contribuido a mantener su vitalidad. Aunque la industria cambie y la difusión cultural adopte formas de entretenimiento variadas, las obras el ensayo o de narrativa seguirán existiendo.

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