Opinión

Aparcar el sectarismo

0

La tentación del nacionalismo hindú como forma para mantener apoyos ciegos entre la parte de la población más conservadora, alejará a India del siglo XXI

La victoria electoral de Narendra Modi y de su formación, el nacionalista Bharatiya Janata Party (BJP), puede ser calificada de histórica: es la primera vez que un partido renueva la mayoría absoluta en la India desde 1984, cuando se votó después del asesinato de Indira Gandhi. Se trata de un triunfo en las urnas importante para la estabilidad de este gigante asiático que, con 1.300 millones de habitantes, es actualmente la sexta economía del mundo, pero que pretende escalar hasta el tercer puesto en la próxima década solo por debajo de Estados Unidos y de China.

Sin embargo, el tono nacionalista hindú incendiario utilizado durante la campaña por dirigentes del BJP, y el pasado sectario del propio Modi, de 68 años, así como la escalada de tensión con Pakistán en torno a Jammu y Cachemira el pasado marzo, la peor en 30 años, han multiplicado la preocupación entre amplias capas de la sociedad, desde la minoría musulmana (cerca de 200 millones de personas) hasta las mujeres, que temen con razón que sus derechos sigan siendo cercenados en una sociedad profundamente conservadora.

Después de cinco años al frente de la democracia más grande del mundo, Modi se enfrenta en su segundo mandato a un dilema claro: puede apostar por el crecimiento económico, lo que requiere no solo inversiones en infraestructuras —actualmente hay 100 aeropuertos proyectados—, en desarrollo —ha lanzado una campaña para construir retretes en un país donde casi la mitad de la población, según Unicef, tiene problemas para acceder a uno— y estabilidad monetaria —retiró durante su mandato el 86% de los billetes en circulación para luchar contra el fraude, una medida que perjudicó más que ayudó a las clases medias y que dañó el sistema financiero—, sino sobre todo renunciar al sectarismo incendiario para construir una sociedad de ciudadanos, más allá de divisiones religiosas, por castas y, naturalmente, por sexos.

Las decisiones de política económica son especialmente difíciles. La economía india ha resistido los efectos de la crisis bastante mejor que su entorno. Pero se enfrenta a un serio problema demográfico: en 2024 probablemente superarán en población a China, con un gran porcentaje de población joven, pero en la actualidad, más del 30% de los jóvenes están sin empleo y carecen de educación o formación.

El otro camino, la tentación del nacionalismo hindú como forma para mantener apoyos ciegos entre la parte de la población más conservadora, alejará a la India del siglo XXI para hundir a este país-continente en las tinieblas de su pasado más violento.

 

Puedes seguir EL PAÍS Opinión en Facebook, Twitter o suscribirte aquí a la Newsletter.

‘Superdomingo’

Previous article

La humildad de un maestro

Next article

You may also like

Comments

Leave a reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

More in Opinión